Principios Básicos de la BIBLIA
ESTUDIO 11: LA VIDA EN CRISTO
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11.3.4 VIDA ECLESIÁSTICA

Hasta aquí, en este estudio hemos hablado de nuestras responsabilidades personales. Sin embargo, tenemos el deber de reunirnos con otros para compartir nuestra esperanza. De nuevo, esto debería ser algo que naturalmente deseáramos hacer. Hemos visto que después del bautismo comenzamos un viaje por el desierto hacia el reino. Es solamente natural que deseemos hacer contacto con compañeros viajeros. Estamos viviendo en los últimos días antes de la venida de Cristo; para vencer las muchas pruebas complejas que nos asaltan en estos tiempos necesitamos asociarnos con aquellos que están en la misma posición: "No dejando de congregarnos... sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día [de la segunda venida] se acerca" (He. 10:25, compárese con Mal. 3:16). Los creyentes deberían por tanto hacer todo esfuerzo para hacer contacto con cada uno de los otros por medio de cartas y viajando para reunirse con ellos para compartir el estudio de la Biblia, el partimiento del pan y las actividades de predicación.

Cada uno de nosotros, individualmente ha sido ‘apartado’ del mundo para la gran esperanza del reino. La palabra ‘santo’ significa ‘una persona llamada afuera’, y puede referirse a todos los verdaderos creyentes y no solamente a unos pocos creyentes notables del pasado. La palabra griega que se traduce ‘iglesia’ en nuestra Biblia es ‘ecclesia’, ‘una asamblea de llamados afuera’, es decir creyentes. La ‘iglesia’, por consiguiente se refiere al grupode creyentes y no al edificio físico en que se reúnen.Dondequiera que haya un cierto número de creyentes es lógico que encuentren un sitio en el cual se reúnen regularmente. Esto puede ser en la casa de un creyente o en un salón alquilado. Las iglesias cristadelfianas se reunen por todo el mundo en lugares, como centros comunales, salones de conferencias en hoteles, salones construidos por ellos mismos o en hogares privados. El propósito de la iglesia es ayudarse mutuamente en el camino al reino. Esto se hace de varias maneras tales como estudios bíblicos colectivos o dando testimonio de la palabra por medio de la predicación. Un típico programa para una iglesia cristadelfiana podría ser algo como esto:

domingo 11:00 a.m. Servicio de Partimiento del Pan
6:00 p.m. Actividad de predicación pública
miércoles 8:00 p.m. Estudio bíblico

La iglesia es parte de la familia de Dios. En cualquier comunidad bien organizada cada miembro necesita ser sensible y sumiso a los otros. Cristo mismo fue el supremo ejemplo en esto. A pesar de su evidente supremacía espiritual, el actuó como ‘siervo de todos’, lavando los pies de sus discípulos mientras ellos discutían entre sí quién era el más grande entre ellos. Jesús nos manda seguir su ejemplo en esto (Jn. 13:14,15; Mt. 20:25-28).

Los cristadelfianas se refieren unos a otros como ‘hermano’ y ‘hermana’, en términos de su primer nombre, sin considerar su posición diferente en su vida secular. Dicho esto es evidente que debe haber respeto para los creyentes que han conocido al verdadero Dios por muchos años, o por aquellos que rápidamente han madurado en asuntos espirituales por medio de su dedicación a la palabra de Dios. El consejo de creyentes como éstos será grandemente valorado por aquellos que buscan seguir la palabra de Dios. Sin embargo, ellos solamente tomarán el consejo de otros creyentes en la medida en que es un fiel reflejo de la palabra de Dios.

La enseñanza que se da en la iglesia deberá obviamente, estar basada en la palabra de Dios. Quienes hacen el trabajo de enseñanza pública dentro de la iglesia están por tanto reflejando a Dios, hablando en su nombre. Su mandamiento es que solamente los hermanos deberán hacer el trabajo de instrucción pública por medio de la palabra de Dios. 1 Co. 14:34 no puede ser más claro: "Vuestras mujeres callen en las congregaciones; porque no les es permitido hablar". 1 Ti. 2:11-15 traza la razón para esto volviendo hasta los sucesos en el huerto de Edén. El hecho de que Dios formó a Adán antes de Eva es un signo de que "el varón es la cabeza de la mujer" (1 Co. 11:3), y por consiguiente el hombre debe dirigir espiritualmente a la mujer y no al revés.

"La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio. Porque Adán fue formado primero, después Eva; y Adán no fue engañado, sino que la mujer, siendo engañada, incurrió en transgresión. Pero se salvará [griego, ‘por medio de’] engendrando hijos, si permaneciere en fe, amor y santificación, con modestia".

De esto resulta claro que la Biblia define roles separados para hombres y mujeres creyentes. Esto está en agudo contraste con la teoría humanística de igualdad sexual por la cual la mujer profesional puede reclamar igualdad con su espso en todo sentido. Los verdaderos creyentes evitarán este espiritu moderno, aunque como siempre es necesario un equilibrio. El marido no debe señorear sobre la esposa sino amarla como Cristo nos amó (Ef. 5:25).

"Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida" (1 P. 3:7).

En términos espirituales, el bautismo en Cristo hace iguales a hombres y mujeres (Gá. 3:27,28, compárese 1 Co. 11:11). Sin embargo, esto no afecta el claro principio de que "el varón es cabeza de la mujer" (1 Co. 11:3) en asuntos prácticos y espirituales, dentro de la familia y en la iglesia.

Para demostrar el reconocimiento de este principio, la mujer creyente debe tener cubierta su cabeza siempre que un hermano esté enseñando la palabra de Dios. Esto significa en la práctica que debe usar un sombrero o pañoleta en todas las reuniones de la iglesia. Las diferencias de los roles entre hermanos y hermanas deben ser enfatizadas por la manera como los hombres y mujeres usan su cabello (1 Co. 11:14,15). "Toda mujer que ora... con la cabeza descubierta, afrenta su cabeza [es decir, a su esposo, v. 3]; porque lo mismo es que si se hubiese rapado. Porque si la mujer no se cubre, que se corte también el cabello; y si le es vergonzoso a la mujer cortarse el cabello o raparse, que se cubra... por lo cual la mujer debe tener señal de autoridad sobre su cabeza" (1 Co. 11:5,6,10).

Tener una cabeza "descubierta" es como "si se hubiese rapado", mostrando que una cabeza descubierta no es una cabeza sin cabello. Por consiguiente, una cabeza "cubierta" no es una con cabello, sino una que tiene una cubierta conscientemente provista sobre su cabeza. Sin una cubierta sobre su cabeza, la mujer no puede confiar en su cubierta natural de cabello; hacer esto es como si ella no tuviera cabello a los ojos de Dios. Es un error que un hombre tenga una cubierta sobre su cabeza (1 Co. 11:7); esto no se refiere a tener cabello sino a tener una cubierta específica sobre su cabeza.

En el ambiente cultural de los tiempos del Nuevo Testamento, la única vez que una mujer afeitaba su cabeza era cuando se daba a conocer como una prostituta o adúltera, o si estaba de luto por la pérdida de su esposo. Que una mujer se afeitara mostraría que había perdido o negado a su esposo (es decir a Cristo, como tipo).

La mujer representa la iglesia, mientras que el hombre representa a Cristo. Así como tenemos que hacer la decisión consciente de tener nuestros pecados cubiertos por Cristo, así la mujer debe hacer la decisión consciente de cubrir su cabeza. Confiar en su cubierta natural de cabello es equivalente a confiar en nuestra propia justicia para salvarnos, en oposición a la de Cristo.

Viendo que el pelo largo de una mujer "le es honroso [de parte de Dios]; porque en lugar de velo le es dado el cabello [el griego implica un vestido natural] (1 Co. 11:15), una mujer debe dejar crecer su pelo de manera que enfatice su diferencia con el hombre. La diferencia entre los estilos de cabello de hombres y mujeres debería ser usada por la mujer como una oportunidad para subrayar el rol separado de ella.

Sobre que una mujer tenga cabello largo y use una cobertura sobre su cabeza debemos tener cuidado de no convertirlo en una apariencia pública. Si una hermana tiene una conducta verdaderamente espiritual y sumisa (compárese 1 P. 3:5) ella estará sujeta a los hermanos como los creyentes lo están a Cristo, y se deleitará mostrando esa sumisión en todo sentido, incluyendo el uso de una cobertura sobre su cabeza. Si la razón para estos mandamientos es entendida, como con todos los mandatos de Dios entonces no habrá renuencia a cumplir con ellos.

Siempre hay trabajo para las hermanas dentro de la iglesia: enseñanza en la Escuela Dominical, y una gran cantidad de otras tareas que no implican enseñanza pública o conferencias, por ejemplo, llevar la contabilidad. Una mujer espiritualmente madura ouede ser animada a realizar sesiones de enseñanza para hermanas jóvenes (Ti. 2:3,4, compárese con la conducción de las mujeres de Israel por María en Ex. 15:20).


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