Principios Básicos de la BIBLIA
ESTUDIO 11: LA VIDA EN CRISTO
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11.3.3 PREDICACIÓN

Una de las grandes tentaciones que surgen al conocer la verdad de Dios es volverse espiritualmente egoísta. Podemos estar tan satisfechos con nuestra propia relación personal con Dios, tan absortos en nuestro propio estudio bíblico personal y nuestra espiritualidad, que podemos descuidar compartir estas cosas con otros, tanto con nuestros compañeros creyentes como con el mundo que nos rodea. La palabra de Dios y el verdadero evangelio que en ella se encuentra es comparado con una luz o lámpara brillando en la oscuridad (Sal. 119:105; Pr. 4:18). Jesús señalaba que nadie que tenga esa luz la coloca bajo una cubeta, sino que la despliega publicamente (Mt. 5:15). "Vosotros sois la luz del mundo" por haber sido bautizados en Cristo, "la luz del mundo" (Mt. 5:14; Jn. 8:12). Y Cristo continúa: "Una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder" (Mt.5:14).

Si en realidad vivimos una vida de acuerdo al evangelio que entendemos, nuestra ‘santidad’ será evidente para aquellos con quienes vivimos. No podremos disimular el hecho de que somos ‘separados para’ la esperanza del reino y también ‘separados de’ sus caminos mundanos.

De manera cuidadosa debemos tratar de compartir nuestro conocimiento de la verdad con todos aquellos con quienes entramos en contacto: tornando las conversaciones hacia cosas espirituales; discutiendo doctrinas con miembros de otras iglesias; distribuyendo tratados y colocando pequeños avisos en nuestros medios de publicidad locales; todos estos son medios por medio de los cuales hacemos que brille nuestra luz. No debemos pensar que podemos dejar el trabajo de testimonio a otros creyentes; cada uno de nosotros tiene una responsabilidad individual. Los cristadelfianos tienen relativamente pocas iniciativas organizadas de predicación en gran escala comparados con otros grupos. Cada uno de nosotros, de manera individual, hacemos lo que podemos, generalmente a nuestras propias expensas.

Una de las formas más exitosas de predicación es a través de la explicación de nuestras creencias a nuestras familias y a aquellos con quienes estmos en contacto inmediato. Aquellos cuyos socios no están en la fe deberían explicarles claramente sus creencias, aunque en cuanto esto ha sido hecho es inapropiado mantenerse presentando el tema o ejerciendo presión sobre ellos. Conversos forzados no es lo que Dios quiere. Nuestro deber es dar testimonio de la verdad sin una preocupación excesiva sobre cuánta respuesta logramos. Tenemos una gran responsabilidad de dar este testimonio (Ez. 3:17-21) Si Cristo viene mientras vivimos, "dos estarán en el campo; el uno será tomado, y el otro dejado" (Lc. 17:36). Sería verdaderamente extraño si no hubiéramos hablado a nuestra familia y compañeros de trabajo acerca de la segunda venida del Señor cuando esto ocurra.


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