Principios Básicos de la BIBLIA
ESTUDIO 10: EL BAUTISMO EN JESÚS
La importancia vital del bautismo | ¿Cómo deberíamos bautizarnos? | El significado del bautismo | El bautismo y la salvación | Digresiónes (Repetición del bautismo, El nivel de conocimiento que se requiere antes del bautismo, El ladrón en la cruz, Una muestra del servicio bautismal) | Preguntas

10.3 EL SIGNIFICADO DEL BAUTISMO

Una de las razones para el bautismo por inmersión es que yendo bajo el agua simboliza nuestro descenso a la tumba, asociándonos con la muerte de Cristo, e indicando nuestra ‘muerte’ a nuestra previa vida de pecado e ignorancia. La salida del agua nos conecta con la resurrección de Cristo, relacionándonos con la esperanza de resurrección a vida eterna a su regreso, como también vivir ahora una nueva vida espiritualmente triunfante sobre el pecado a causa de la victoria de Cristo lograda por su muerte y su resurrección.

¿O no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús hemos sido bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos [es decir, viviendo día a día] en vida nueva. Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección" (Ro. 6:3-5).

Porque la salvación ha sido hecha posible solamente por medio de la muerte y resurrección de Cristo, es vital que nosotros mismos nos asociemos con estas cosas si vamos a ser salvos. El símbolo de muerte y resurrección con Cristo, que el bautismo representa, es la única manera de hacer esto. Debe notarse que la aspersión no cumple con este símbolo. En el bautismo "nuestro viejo hombre [manera de vivir] fue crucificado" con Cristo en la cruz (Ro. 6:6). Dios "nos dio vida juntamente con Cristo" en el bautismo (Ef. 2:5). Sin embargo todavía tenemos la naturaleza humana después del bautismo, y por consiguiente, la manera de vida carnal se mantendrá levantando su cabeza. La ‘crucifixión’ de nuestra carne es por consiguiente un proceso en marcha que comienza en el bautismo; de aquí que Jesús dijera a los creyentes que tomaran su cruz cada día y lo siguieran como si fuera en una procesión hacia el Calvario (Lc. 9:23; 14:27). Mientras que una vida de verdadera crucifixión con Cristo no es fácil, hay consolación y gozo inexpresables estando también unidos en la resurrección de Cristo.

Cristo produjo "la paz mediante la sangre de su cruz" (Col. 1:20): "la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento" (Fil. 4:7). Referente a esto Jesús prometió: "La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da [la paz]" (Jn. 14:27). Esta paz y verdadero gozo espiritual, más que equilibrar, elimina el dolor y dificultad de asociarnos abiertamente con el Cristo crucificado. "De la manera que abundan en nosotros las afliciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación" (2 Co. 1:5).

También existe la libertad que procede del conocimiento de que nuestra naturaleza está realmente muerta y por consiguiente, Jesús está viviendo muy activamente con nosotros a través de todas nuestra pruebas. El gran apóstol Pablo pudo hablar de esto por su propia experiencia. "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios" (Gá. 2:20).

"El bautismo... ahora nos salva... por la resurrección de Jesucristo" (1 P. 3:21) porque nuestra asociación con la resurrección de Cristo a vida eterna nos da acceso a la misma a su regreso. Es a través de compartir esta resurrección que nosotros finalmente seremos salvos. Jesús declara esto en términos muy simples: "Porque yo vivo, vosotros también viviréis" (Jn. 14:19). Del mismo modo lo expresa Pablo: "Fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su hijo... seremos salvos por su vida" (resurreción, Ro. 5:10).

Una y otra vez se enfatiza que al asociarnos nosotros mismos con la muerte y sufrimientos de Cristo en el bautismo y nuestra subsecuente forma de vida, compartiremos, con seguridad su gloriosa resurrección:

"Si somos muertos con él [Cristo], también viviremos con él; si sufrimos, también reinaremos con él" (2 Ti. 2:11,12).

"Llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos... sabiendo que el que resucitó al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitará con Jesús" (2 Co. 4:10,11,14).

Pablo compartió "la participación de sus padecimientos [de Cristo], llegando a ser [por su dura experiencia en la vida] semejante a él en su muerte, si en alguna manera llegase a la resurrección de entre los muertos" (Fil. 3:10,11, compárese Gá. 6:14).


  Back
Home
Next