Principios Básicos de la BIBLIA
ESTUDIO 4: DIOS Y LA MUERTE
La naturaleza del hombre | El alma | El Espíritu | La muerte es inconsciencia | La resurrección | El juicio | El lugar del galardón: ¿El cielo o la tierra? | Responsabilidad ante Dios | El infierno | Digresiónes (El purgatorio, Fantasmas y reencarnación, ¿Con qué naturaleza resucitaremos?, El "arrebatamiento") | Preguntas

DIGRESIÓN 11: EL PURGATORIO

La Iglesia Católica Romana enseña que después de la muerte, las almas del pueblo de Dios pueden ir a un lugar llamado ‘purgatorio’, el cual es un estado intermedio entre el ‘cielo’ y el ‘infierno’. Enseñan que es un lugar de purificación, en el cual el alma sufre por algún tiempo antes de quedar apta para ganar la salvación en el cielo. Se supone que las oraciones, el encender velas y las donaciones monetarias a la iglesia, de parte de una persona o de sus amigos, acortará la duración del tiempo en que el alma sufre en el ‘purgatorio’. El craso error de tales ideas debería quedar establecido por lo siguiente:

- La Biblia no dice nada referente a la existencia de semejante lugar.

- Hemos mostrado que el alma se refiere a nuestro cuerpo, más bien que a algún elemento inmortal en nuestro interior, y que el ‘infierno’ es el sepulcro más bien que un lugar de castigo.

- A los justos nunca se les prometió salvación en el cielo. La concesión de la salvación será en el tribunal al regreso de Cristo, más bien que en algún momento después de la muerte, cuando supuestamente abandonamos el ´purgatorio’ (Mt. 25:31-34; Ap. 22:12).

- Todos los justos recibirán su galardón al mismo tiempo, más bien que cada persona gane la salvación en diferentes tiempos (He. 11:39,40; 2 Ti. 4:8).

- Una completa inconsciencia sigue a la muerte, más bien que las actividades sugeridas por la doctrina del purgatorio.

- Somos purificados de nuestros pecados por medio del bautismo en Cristo y desarrollando una fe firme en su obra durante nuestra vida presente, más bien que por pasar algún período de tiempo sufriendo después de la muerte. Se nos dice: "Limpiaos, pues, de la vieja levadura" del pecado en nuestra vida (1 Co. 5:7); que nos limpiemos de las obras del pecado (2 Ti. 2:21; He. 9:14). Por lo tanto, nuestro tiempo para purificarnos es en el presente, en esta vida, más bien que en un lugar de purificación (el ‘purgatorio’) al cual entraríamos después de la muerte. "He aquí ahora el tiempo aceptable; he aquí ahora el día de salvación" (2 Co. 6:2). Nuestra obediencia a Dios en el bautismo y el desarrollo de un carácter espiritual en esta vida, nos llevará a nuestra salvación (Gal. 6:8), y no a la permanencia por un período de tiempo en el ‘purgatorio’.

- Los esfuerzos de otros por salvarnos encendiendo velas y haciendo donaciones a la Iglesia Católica, no afectarán nuestra salvación en lo absoluto. "Los que confían en sus bienes ... ninguno de ellos podrá en manera alguna redimir al hermano, ni dar a Dios su rescate... para que viva en adelante para siempre" (Sal. 49:6-9).


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