Principios Básicos de la BIBLIA
ESTUDIO 6: DIOS Y EL MAL
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DIGRESIÓN 17: BRUJERÍA

Esta digresión está escrita en gran medida para satisfacer las necesidades de aquellos que viven en Africa y en otras partes del mundo donde la brujería es una característica común de la vida diaria. Es reconocido por todos los verdaderos estudiantes de la Biblia que recurrir a hechiceros, médicos brujos y similares es incompatible con la posesión de la verdad. Sin embargo, convengo en que los médicos brujos son más baratos y a menudo más accesibles que un doctor profesional, lo que conbinado con su aparente éxito, los hace atractivos. Necesitamos examinar este problema de una manera bíblica y lógica. Esta es la única manera en que Uds. encontraran la fortaleza para resistir la tentación de usar los servicios de estas personas.

LAS PRETENSIONES DE LA BRUJERÍA

En primer lugar, las pretensiones que estos brujos hacen acerca de sus éxitos necesitan ser analizadas. Podemos estar seguros de que hay bastante exageración en las pretensiones que hacen acerca de sus éxitos. Sus sanidades no se hacen nunca a la luz pública, donde todos puedan ver. Si en verdad tuvieran éxito, entonces presumiblemente estarían trabajando en hospitales, y se hallarían en todo el mundo. Tampoco se sabe nunca el estado exacto de salud de aquellos a quienes afirman haber sanado -no queda claro cuánto mejoran realmente.

Aquellos de Uds. que tengan que enfrentar esta tentación deben preguntarse si tienen prueba definitiva de su poder -por ejemplo, ¿ha visto Ud. (no tan sólo haberse enterado) a un hombre que se haya cercenado un brazo en un aserradero, que haya acudido a un brujo y regresar con un brazo nuevo funcionando perfectamente? Esta es la clase de evidencia que necesitamos antes de que podamos darles credibilidad. Deuteronomio 13:1-3 es aún más estricto; a Israel se le enseñó que si un brujo hacía una señal o prodigio que pareciera ser un milagro, de todas maneras no habían de creer en esa persona a menos que hablara verdadera doctrina conforme a la palabra de Dios. Está claro que los médicos brujos no creen la verdad tal como está revelada en la Biblia; por lo tanto no deberíamos ser tentados a darles crédito como si tuvieran verdadero poder, en vista de que todo poder procede de Dios (Ro. 13:1; 1 Co. 8:4-6).

En segundo lugar, el tipo de dolencias con las que ellos tratan es significativo. Ahora se reconoce que nosotros usamos solo cerca del 1% de nuestro poder del cerebro. El resto parece estar más allá de nuestro poder para usarlo conscientemente (sin duda lo haremos en el Reino). Sin darnos cuenta, nuestra mente puede tener un efecto casi físico en nuestro cuerpo. De este modo se ha sabido de psicólogos (aquellos que estudian la mente) que han sanado a gente que sufría de enfermedades de la sangre logrando que ellos imaginen intensamente que su sangre está constituída adecuadamente y que trabaja normalmente. Los doctores admiten que ocasionalmente se producen sanidades que no dependen de la medicina convencional. En forma similar, el tener mucha tensión mental puede producir úlceras estomacales y dolores de cabeza. Relajar la mente o ejercitarla de cierta manera puede hacer que estos malestares desaparezcan. Pero si, por ejemplo, uno de nuestros brazos es cercenado en un aserradero, ningún grado de ejercicio mental puede hacer que se nos restituya. Son solo las dolencias que controla nuestra mente las que los brujos parecen poder afectar. Debido a que no entendemos plenamente como funciona nuestra mente, parece que esta sanidad se debe a algún poder físico que tienen estos brujos. Pero esto no es así; es su influencia en la mente de la gente lo que produce este efecto.

LA FUENTE DE PODER

Sin embargo, todo poder es de Dios. Tanto las cosas buenas como las cosas malas, tales como las enfermedades, las trae él –no los brujos. Este es un tema muy común en la Escritura: Isaías 45:5-7; Miqueas 1:12; Amós 3:6; Exodo 4:11; Deuteronomio 32:39; Job 5:18. Compensará efectuar una cuidadosa lectura de estos pasajes. Se desprende que es a él a quien deberíamos recurrir en oración si estamos enfermos, haciendo todo lo humanamente posible por medio del uso de la medicina convencional para rectificar el problema. Si recurrimos a los médicos brujos estamos recurriendo a la gente que pretende que tiene el control sobre ‘los poderes de las tinieblas’, lo que les permite sanarnos. Pero nosotros sabemos que esos poderes en los cuales ellos creen no exiten. Dios es la fuente de poder. Recurrir a brujos es creer que Dios no es todopoderoso, y que otros poderes, en los que los brujos reclaman influencia, son los que nos traen nuestras enfermedades.

Pensar de esa manera es muy desagradable para Dios. Israel escogió creer en Dios, pero también creía que habían otros poderes que actuaban en nuestra vida, con quienes ellos tenían que tratar por medio de la adoración de ídolos hechos a estos poderes. Esto causó tanta ira a Dios que los desechó como pueblo suyo (Dt. 32:16-24). En lo que a Dios concierne, a menos que tengamos fe completa en él, realmente no estamos creyendo en él en absoluto. Afirmar tener fe en el verdadero Dios de Israel pero aceptar también la existencia de otros poderes separados de Dios, y permitir que un médico brujo trate de influir en esos poderes para que nos dejen en paz, es actuar precisamente como lo hizo Israel en el pasado. La larga y triste historia de la idolatría de Israel está "escrita para nuestro conocimiento". No deberíamos tener participación alguna con aquellos que creen en estos poderes.

"¿Qué comunión [tiene] la luz con las tinieblas?... ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente... Por lo cual salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor... y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas" (2 Co. 6:14-17).

Si realmente hacemos el esfuerzo y sacrificio para separarnos de estas cosas, entonces tenemos la gloriosa seguridad de que realmente somos hijos de Dios mismo. Un padre natural instintivamente cuida de su hijo cuando está enfermo. ¿Es realmente tan difícil concentrar nuestra fe para creer que nuestro Padre Celestial hará aun más que eso?

Es un hecho que los brujos sólo tienen influencia en aquellos que creen en ellos. De manera similar, alguien que ha perdido a un ser querido puede acudir a un medium o brujo y pedirle que vea a la persona fallecida. El medium le dirá que cierre los ojos y que imagine muy claramente el rostro de la persona. El cliente puede fijar su mente en una fotografía de la persona que él puede recordar claramente. Entonces el medium puede leer en la mente del cliente, y con un poco de exageración hablar acerca de la persona en términos realistas, de manera que el cliente queda persuadido que el medium ha visto viva a la persona fallecida. Note que ninguna prueba sólida se da jamás de que la persona está viva. Pero si el cliente rehusa creer u obedecer a la medium, entonces no hay ningún resultado en absoluto.

Los ‘brujos’ que normalmente decían al Faraón y a Nabucodonosor sus sueños no habrían tenido sus puestos de responsabilidad a menos que tuvieran un éxito razonable. Sin duda ellos usaban mucho esta técnica de leer la mente. Sin embargo, cuando Dios intervino en la vida de las personas con las cuales ellos estaban tratando, tal como intervino en la vida del Faraón y Nabucodonosor, entonces ellos perdían este poder. De forma similar, Balac confiaba en los poderes de Balaam para maldecir a la gente –le ofreció grandes compensaciones financieras por sus servicios, diciendo que él sabía por experiencias pasadas que "el que tú maldigas será maldito" (Nm. 22:6). Pero Balaam quien era de alguna forma el equivalente a un médico brujo, descubrió que su capacidad normal había desaparecido cuando trataba con el pueblo de Israel. Evidentemente, tales personas no tenían poder alguno cuando trataban con gente relacionada con el Dios verdadero, sin importar qué fama puedan haber ganado por su éxito cuando trataban con otra gente.

BRUJERÍA EN LA BIBLIA

El significado práctico de esto es que si somos tentados a acudir a un médico brujo, entonces debemos tener fe total en él. No tiene objeto usar los servicios de brujos si sólo esperamos lo mejor; y probablemente ellos tendrán el mismo razonamiento. Poner fe total en tales personas y en la existencia de los poderes que ellos pretenden controlar, significa que tenemos una total falta de fe en el poder absoluto del Dios verdadero. Si realmente creemos en los relatos acerca del Faraón, Balac y Nabucodonosor ya mencionados, entonces no podemos acudir a un brujo con fe de que ellos tendrán algún efecto sobre nosotros. Los ejemplos considerados muestran que los brujos no tienen poder sobre el pueblo de Dios –lo que sabemos que nosotros somos por razón de nuestro llamamiento y bautismo.

La brujería está claramente clasificada por Pablo como una "obra de la carne", en la misma categoría que la "herejía" (doctrina falsa), adulterio y pornografía (Gá. 5:19-21). Él comenta: "Os amonesto, como ya os he dicho antes [es decir, ésta era una parte muy reiterada de la enseñanza de Pablo], que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios". El equivalente de esto bajo la ley de Moisés era el mandato de que todos los brujos, aquellos que practicaban la "adivinación" (otro nombre de la brujería) y aquellos que hacían pasar a sus hijos por el fuego habían de ser matados inmediatamente (Dt. 18:10,11; Ex. 22:18). Aquellos que hacían pasar a sus hijos por el fuego no eran los brujos –los brujos y los líderes idólatras enseñaban que para asegurar la protección contra las fuerzas del mal, los hijos de aquellos que querían protección tenían que ser pasados por el fuego. Así que vemos que tanto los brujos como aquellos que usaban sus servicios habían de ser matados; y bajo el nuevo pacto el castigo por hacer esto mismo es la exclusión del reino de Dios.

Usar la brujería como un medio de mejoramiento personal es algo que Dios no querría que hiciéramos. En cada decisión en que nos vemos enfrentados con nuestra vida en Cristo, tenemos que preguntarnos seriamente: ‘¿Quiere Dios realmente que yo haga esto? ¿Haría yo esto si Jesús estuviera parado junto a mi?’ En vista de la clara condenación de Dios a la brujería, creo que la respuesta es obvia: No, Dios no quiere que recurramos a ella. Samuel define a la brujería como algo relacionado con la "rebelión" (la palabra hebrea implica ‘provocación’) contra la palabra de Dios (1 S. 15:23). Provocar al Todopoderoso, como lo hizo Israel por su creencia en ídolos y brujería (Dt. 32:16-19), es sin duda inconcebible. Dios destaca que él había ordenado a Israel que expulsara a los cananeos debido a su creencia en la brujería, lo cual era aborrecible para él; a pesar de eso, los israelitas se unieron a esa práctica (Dt. 18:9-14). Así también como integrantes del Nuevo Israel de creyentes bautizados, no debemos hacer las cosas de este mundo maligno que nos rodea, de otro modo no podremos heredar eternamente nuestra tierra prometida del reino. Razonar que sólo es el brujo quien la practica, no viene al caso. Si esperamos sentir en nosotros los efectos de la brujería, entonces realmente la estamos utilizando.

Que Dios nos bendiga a todos a medida que caminamos por estos días finales del oscuro mundo gentil hacia su reino de Luz, verdad y gloria.

"Por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos... Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira... Pero nosotros debemos dar siempre gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor... Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra. Y el mismo Jesucristo, Señor nuestro, y Dios nuestro Padre , el cual nos amó y nos dio consolación eterna y buena esperanza por gracia, conforte vuestros corazones, y os confirme en toda buena palabra y obra" (2 Ts. 2:10-17).


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