Principios Básicos de la BIBLIA
ESTUDIO 6: DIOS Y EL MAL
Dios y el mal | El diablo y Satanás | Los demonios | Digresiónes (Brujería, ¿Qué ocurrió en Edén?, Lucifer, La tentación de Jesús, "Guerra en el cielo") | Preguntas

6.2 EL DIABLO Y SATANÁS

Algunas veces las palabras originales del texto blíblico se han dejado sin traducir. ‘Satanás’ es una variante de la palabra hebrea "satán" que no se tradujo, y que significa ‘adversario’, en tanto que ‘diablo’ es una traducción de la palabra griega ‘diabolos’, que significa mentiroso, enemigo, o falso acusador. ‘Satanás’ ha sido transferido al castellano sin traducir del mismo modo que Armagedón (Ap. 16:16) y Aleluya (Ap. 19:1-6). Si hemos de creer que Satanás o el Diablo es un ser aparte de nosotros, el cual es responsable del pecado, entonces cada vez que encontremos estas palabras en la Biblia, tenemos que creer que se refieren a esta persona maligna. El uso bíblico de estas palabras muestra que se pueden usar como adjetivos comunes para describir a personas comunes. Este hecho hace imposible razonar que las palabras diablo y satanás, tal como se usan en la Biblia, se refieren a una persona o ser inicuo extraordinario, independiente de nosotros.

LA PALABRA ‘SATANÁS’ EN LA BIBLIA

1 Reyes 11:14 consigna que "Jehová suscitó un adversario [la misma palabra hebrea que en otro pasaje se tradujo como "satanás"] a Salomón: Hadad edomita". "Dios también levantó por adversario [otro satanás]... a Rezón... y fue adversario [satanás] de Israel" (1 R. 11:23,25). Esto no significa que Dios levantó una persona sobrenatural o un ángel para que fuera un satanás/adversario de Salomón; él levantó a hombres comunes. Mateo 16:22,23 suministra otro ejemplo: Pedro había estado tratando de disuadir a Jesús de que fuera a Jerusalén a morir en la cruz. Jesús se volvió y le dijo a Pedro: "¡Quítate de delante de mí, Satanás!... porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres". De modo que a Pedro se le llamó satanás. El relato es claro como el cristal y Cristo no estaba hablando a un ángel o monstruo cuando pronunció estas palabras; él estaba hablando a Pedro.

Como la palabra ‘satanás’ sólo significa un adversario, a una persona buena, incluso a Dios mismo, se le puede llamar ‘satanás’. En esencia, en la palabra misma no hay nada necesariamente pecaminoso. Las connotaciones pecaminosas que tiene la palabra ‘satanás’ se deben en parte al hecho de que nuestra propia naturaleza pecaminosa es nuestro más grande ‘satanás’ o adversario, y también se debe al uso de la palabra en el lenguaje del mundo para referirse a algo relacionado con el pecado. Dios mismo puede ser un satanás para nosotros al traer tribulaciones a nuestra vida, o al interponerse en el camino de un curso de acción equivocado en el que pudiésemos estar empeñados. Pero el hecho de que a Dios se le pueda llamar ‘satanas’ no significa que él sea pecaminoso.

Los libros de Samuel y Crónicas son relatos paralelos de los mismos incidentes, tal como los cuatro evangelios son relatos de los mismos acontecimientos, aunque usando lenguaje diferente. 2 Samuel 24:1 consigna: " Jehová… incitó a David contra ellos [Israel]" para que hiciese un censo de Israel. El relato paralelo en 1 Crónicas 21:1 dice que "Satanás se levantó contra Israel, e incitó a David" para que hiciese un censo. En un pasaje el incitador es Dios, en el otro es Satanás. La única conclusión es que Dios actuó como un ‘Satanás‘o adversario para David. Lo mismo hizo con Job al llevarle tribulaciones a su vida, de manera que Job dijo de Dios:"Con el poder de tu mano me persigues"(Job 30:21). Lo que básicamente estaba diciendo Job era: "Tú estás actuando como un Satanás contra mi".

LA PALABRA ‘DIABLO’ EN LA BIBLIA

La palabra ‘diablo’ también es una palabra ordinaria y no un nombre propio. Sin embargo, a diferencia de ‘satanás’, siempre se usa en un sentido malo. Jesús dijo:" ¿No os he escogido yo a vosotros los doce [discípulos], y uno de vosotros es diablo? Hablaba de Judas Iscariote" (Jn. 6:70), el cual era un hombre mortal y común. No estaba hablando de un ser personal con cuernos, o de un supuesto "ente espiritual". Aquí la palabra ‘diablo’ sencillamente se refiere a un hombre inicuo. 1 Timoteo 3:11 suministra otro ejemplo. Las esposas de los ancianos de la iglesia no habían de ser "calumniadoras"; aquí la palabra griega original es ‘diabolos’, que es la misma palabra traducida en otros pasajes como ‘diablo’. Así también Pablo advierte a Tito que las ancianas creyentes no deberán ser "calumniadoras" o ‘diablos’ (Ti. 2:3). Y también dijo a Timoteo (2 Ti. 3:1-3) que "en los postreros días... habrá hombres... calumniadores [diablos]". Esto no significa que los seres humanos se convertirán en seres sobrehumanos, sino que serán cada vez más inicuos. Por todo esto debería ser totalmente claro que las palabras ‘diablo’ y ‘satanás’ no se refieren a un ángel caído o a un ser pecaminoso independiente de nosotros. EL PECADO, SATANÁS Y EL DIABLO Las palabras ‘satanás’ y ‘diablo’ se usan figurativamente para describir las tendencias pecaminosas naturales que hay dentro de nosotros, de las cuales hablamos en el estudio 6.1. Estas son nuestro principal ‘satanás’ o adversario. Nuestros deseos son engañosos (Ef. 4:22) y así el diablo o ‘engañador’ es una forma apropiada de describirlos. También son personificados, y como tales se les puede llamar ‘el diablo’-- nuestro enemigo, un calumniador de la verdad. A esto se asemeja nuestro ‘hombre’ natural, el diablo mismo. La conexión entre el diablo y nuestros malos deseos -el pecado dentro de nosotros- queda de manifiesto en varios pasajes: "Así que, por cuanto los hijos [nosotros mismos] participaron de carne y sangre, él [Jesús] también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte [suya] al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo" (He. 2:14). Aquí al diablo se le describe como responsable de la muerte. Pero " la paga del pecado es muerte" (Ro. 6:23). Por lo tanto, el pecado y el diablo deben ser paralelos. En forma similar, Santiago 1: 14 dice que nuestros malos deseos nos tientan, llevandonos a pecar y, por lo tanto, a la muerte; pero Hebreos 2:14 dice que el diablo produce la muerte. El mismo versículo dice que Jesus tuvo nuestra naturaleza a fin de destruir al diablo. Contraste esto con Romanos. 8:3 : "Dios, enviando a su hijo en semejanza de carne de pecado [es decir, en nuestra naturaleza]... condenó al pecado en la carne". Esto muestra que el diablo y las tendencias pecaminosas que están innatas dentro de la naturaleza humana, son efectivamente lo mismo. Es vitalmente importante entender que Jesús fue tentado igual que nosotros. Un entendimiento erróneo de la doctrina del diablo significa que no podemos apreciar correctamente la naturaleza y obra de Jesús. Fue sólo debido a que Jesús tuvo nuestra naturaleza humana –el "diablo" dentro de él – que podemos tener la esperanza de salvación (He. 2:14-18; 4:15). Al vencer los deseos de su propia naturaleza, Jesús pudo destruir al diablo en la cruz (He. 2:14). Si el diablo es un ser personal, entonces ya no más debería existir. Hebreos 9:26 dice que Cristo fue manifestado "por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado". Hebreos 12:14 asocia esto con la declaración de que por medio de su muerte Cristo destruyó al diablo en sí mismo. Por su muerte, Jesús destruyó en perspectiva "el cuerpo del pecado" (Ro. 6:6), es decir, la naturaleza humana con su capacidad de pecar en nuestro cuerpo mismo.

"El que practica el pecado es del diablo" (1 Jn. 3;8), porque el pecado es el resultado de ceder a nuestros propios deseos malos y naturales (St. 1:14,15), a los cuales la Biblia llama "el diablo". "Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo" (1 Jn. 3:8). Si estamos en lo correcto al decir que el diablo es nuestros malos deseos, entonces las obras de nuestros malos deseos, es decir lo que resulta de ellos, son nuestros pecados. Esto se afirma en 1 Juan 3:5: "El [Jesús] apareció para quitar nuestros pecados". Esto confirma que "nuestros pecados" y "las obras del diablo" son lo mismo. Hechos 5:3 proporciona otro ejemplo de esta conexión entre el diablo y nuestros pecados. Pedro dice a Amanías: "¿Por qué llenó Satanás tu corazón?" Luego en el versículo 4 Pedro dice: "¿Por qué pusiste esto en tu corazón?" Concebir algo malo dentro de nuestro corazon es lo msimo que Satanás llene nuestro corazón. Si nosotros concebimos, por ejemplo, un plan pecaminoso, entonces se origina dentro de nosotros. Isaías 59:13 define mentir como "concebir y proferir de corazón palabras de mentira". Si una mujer concibe un hijo, éste no existe fuera de ella; se origina dentro de ella. Santiago 1:14,15 usa la misma figura al describir cómo nuestras pasiones conciben y producen el pecado, el cual produce la muerte. Salmos 109:6 hace un paralelo entre una persona pecadora y un "satanás": "Pon sobre él al impío, y Satanás esté a su diestra", es decir, con autoridad sobre él (compare Sal. 110:1).

PERSONIFICACION

Sin embargo, Ud. puede razonablemente replicar: ‘¡Pero habla como si el diablo fuera una persona!’ Eso es totalmente correcto; Hebreos 2:14 habla del "que tenía el imperio [el poder] de la muerte, esto es, al diablo". Incluso una breve lectura de la Biblia muestra que a menudo usa la personificación –hablando de una idea abstracta como si fuera una persona. De modo que Proverbios 9:1 habla de una mujer llamada "sabiduría" que edifica una casa, y Proverbios 20:1 compara el vino a un escarnecedor, y Rom. 6:23 compara al pecado con un pagador que da la paga de la muerte. Esta característica se discute más ampliamente en la Digresión 5. Nuestro diablo, el "diabolos", a menudo representa nuestros malos deseos. No obstante, uno no puede tener un diabolismo abstracto; los malos deseos que están en el corazón de un hombre no pueden existir separadamente de un hombre; por lo tanto "el diablo" ha sido personificado. A menudo el pecado es personificado como un amo (por ejemplo, Ro. 5:21;6:6,17; 7:13,14). Por consiguiente es comprensible que al "diablo" también se le personifique, en vista de que "el diablo" también se refiere al pecado. De la misma manera, Pablo habla de nosotros como que tenemos dos seres, por decirlo así, dentro de nuestra carne (Ro. 7:15-21): el hombre de la carne, "el diablo", lucha con el hombre del espíritu. No obstante es evidente que no hay dos seres personales literales luchando dentro de nosotros. A esta parte pecadora de nuestra naturaleza se le a personificado como "el malo" (Mt. 6:13) -el diablo de la Biblia. La misma frase griega traducida aquí como "el malo", se ha traducido como ese "perverso" en 1 Corintios 5:13, mostrando que cuando una persona cede al pecado, su lado malo –o sea, él mismo– se convierte en un "malo", o el ‘diablo’. Aun en el Antiguo Testamento el pecado fue personificado como ‘Belial’ (traducido como "impío" en 1 S. 2:12). Realmente ha sido aceptado que ‘diablo’ y ‘satanás’ se usan para personificar al pecado, pues si leemos estas palabras como si siempre se refirieran a un ser literal, entonces tendríamos serias contradicciones. Así "el diablo" es un león (1 P. 5:8), un cazador (2 Ti. 2:26) y una serpiente (Ap. 12:9). No puede ser todas estas cosas. Lo que sea el diablo (y nosotros creemos que se refiere esencialmente al pecado humano) es personificado de varias maneras.

EL ‘DIABLO Y SATANÁS’ EN UN CONTEXTO POLÍTICO

Estas palabras "diablo" y "satanás" se usan también para describir el orden mundial inicuo y pecador en el cual vivimos. A las jerarquías sociales, políticas y seudo-religiosas del genero humano se les puede mencionar como "el diablo". En el Nuevo Testamento, el diablo y satanás a menudo se refieren al poder político y social de los sistemas judío y romano. De modo que leemos que el diablo echará a los creyentes en la cárcel (Ap. 2:10), refiriéndose a las autoridades romanas que encarcelaban a los creyentes. En este mismo contexto leemos que la iglesia en Pérgamo estaba situada donde se hallaba la sede o trono de Satanás – es decir, el lugar de gobierno de una colonia romana en Pérgamo, donde también había un grupo de creyentes. No podemos decir que Satanás mismo, si existe, tenía personalmente un trono en Pérgamo.

El pecado individual se define como una transgresión contra la ley de Dios (1 Jn. 3:4). Pero el pecado expresado colectivamente como una fuerza política y social opuesta a Dios es una fuerza más poderosa que el pecado individual; es este poder colectivo que a veces es personificado como un ser poderoso llamado el diablo. En este sentido, Irán y otras potencias islámicas han llamado a los Estados Unidos "el gran Satanás"—es decir, el gran adversario de su causa, en un sentido político y religioso. Así es como las palabras ‘diablo y satanás’ se usan a menudo en la Biblia.

En conclusión, es probablemente cierto decir que en este tema más que en ninguno otro, es vital basar nuestro entendimiento en un concepto equilibrado de toda la Biblia más bien que construir masivas doctrinas sobre unos pocos versículos que contienen frases llamativas que parecen referirse a las creencias comunes referentes al diablo. El Estudio 6:1 y esta sección recompensarán una nueva lectura cuidadosa y devota. Se sostiene que la posición doctrinal bosquejada aquí es la unica manara de tener un entendimiento razonable de todos los pasajes que se refieren al diablo y a satanás. Esas palabras se pueden usar como nombres comunes, o en algunos pasajes se refieren al pecado que se halla dentro de nuestra propia naturaleza humana. En las digresiones que acompañan a este estudio se consideran algunos de los pasajes más ampliamente mal entendidos que se citan en apoyo de las ideas populares.

Aquellos que tienen problemas para aceptar nuestras conclusiones deberían hacerse las siguientes preguntas: (1) ¿Se personifica al pecado? Claro que sí. (2) ¿Es cierto que la palabra ‘satanás’ se puede usar simplemente como un adjetivo? Sí, así es. Por lo tanto, ¿qué verdadero problema puede haber para aceptar que al pecado se le personifica como a nuestro enemigo o satanás? A menudo al mundo se le personifica en la cartas y evangelio de Juan; ¿qué mejor título para esta personificación que ‘satanás’ o ‘el diablo’?


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