Principios Básicos de la BIBLIA
ESTUDIO 3: LAS PROMESAS DE DIOS
Introducción | La promesa en Edén | La promesa a Noé | La promesa a Abraham | La promesa a David | Digresiónes (La destrucción de los cielos y la tierra) | Preguntas

3.1 INTRODUCCIÓN

En este punto de nuestros estudios ya hemos adquirido un amplio entendimiento de quién es Dios y cómo realiza sus obras. Al lograr esto hemos aclarado varios malentendidos que hay sobre este tema. Ahora queremos enfocar en forma más positiva las cosas que Dios "ha prometido a los que le aman" (Stg. 1:12; 2:5) si guardan sus mandamientos (Juan 14:15). Si abrimos el Nuevo Testamento, el primer libro que leemos es una transcripción del mensaje del evangelio tal como fue predicado por Mateo. En el primer versículo comienza introduciendo a Jesucristo como el hijo de David y el hijo de Abraham, y luego da una genealogía para probar esto (Lucas hace lo mismo). Esto puede parecer extraño en la primera lectura. El punto es que estos primeros cristianos reconocían que el cumplimiento de las promesas a Abraham y David por medio de Jesucristo es la base del mensaje cristiano. Pablo predicó en el mismo sentido (Gal. 3:8).

La verdadera esperanza cristiana se halla en las promesas de Dios, en el Antiguo Testamento. Cuando Pablo compareció a juicio para defender su vida, habló del futuro galardón por el cual él estaba dispuesto a perder todo: "Y ahora, por la esperanza de la promesa que hizo Dios a nuestros padres, soy llamado a juicio... Por esta esperanza... soy acusado" (Hch. 26:6,7). Él había pasado gran parte de su vida predicando "el evangelio de aquella promesa hecha a nuestros padres, la cual Dios ha cumplido... resucitando a Jesús" (Hch. 13: 32,33). Pablo explicó que la creencia en esas promesas producía la esperanza de resurrección de entre los muertos (Hch. 26:6-8; compárese con 23:8), un conocimiento de la segunda venida de Jesús a juicio y del reino venidero de Dios (Hch. 24:25; 28:20, 31). Debe entenderse desde el comienzo que la verdadera esperanza cristiana es "la esperanza de Israel". Dios envió a su Hijo a salvar primero a los judíos (Gal. 4:4,5); aunque Dios desea que nadie perezca, y por su gracia los gentiles pueden compartir también la promesa de salvación.

Todo esto echa por tierra el mito de que el Antiguo Testamento no es más que una historia incoherente de Israel, que no habla de la vida eterna. Entender las promesas de salvación allí explicadas es entender el evangelio cristiano. Dios no decidió de repente hace 2000 años atrás, que Él nos ofrecería vida eterna por medio de Jesús. Él tenía ese propósito desde el principio:

"La esperanza de la vida eterna, la cual Dios, que no miente, prometió desde antes del principio de los siglos, y a su debido tiempo manifestó su palabra por medio de la predicación" (Ti. 1:2,3).

"La vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó" (1 Jn. 1:2).

En vista de que el propósito de Dios de dar a su pueblo vida eterna estaba con él desde el principio, es improbable que Él mantuviera silencio sobre este asunto durante los 4000 años de Sus tratos con los hombres, anotados en el Antiguo Testamento. En realidad, el Antiguo Testamento está lleno de profecías y promesas que dan más detalles referentes a esta esperanza que Dios ha preparado para su pueblo. Debido a esto, es vital para nuestra salvación tener un entendimiento de las promesas de Dios a los padres judíos. Pablo recordó a los creyentes en Éfeso que antes de que ellos conocieran estas cosas, ellos estaban "sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo" (Ef. 2:12), aunque, sin duda, ellos habían pensado que sus anteriores creencias paganas les daban efectivamente alguna esperanza y conocimiento de Dios. Pero en esto está la gravedad de no conocer las promesas de Dios anotadas en el Antiguo Testamento: en realidad, los deja "sin esperanza y sin Dios en el mundo". Recuerde que Pablo definió la esperanza cristiana como "la esperanza de la promesa que hizo Dios a nuestros padres [judíos]" (Hch: 26:6).

Es un hecho lamentable que pocas iglesias ponen énfasis en estas partes del Antiguo Testamento, lo cual deberían hacer. El ‘cristianismo’ ha degenerado en una religión basada en el Nuevo Testamento, aunque de éste tienden a usar sólo unos pocos versículos. Jesús claramente puso énfasis en el modo correcto:

"Si no oyen a Moisés [es decir, los primeros cinco libros de la Biblia que él escribió] y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos" (Lucas 16:31).

La mente natural podría razonar que creer en la resurrección de Jesús es suficiente (compárese con Lc. 16:30), pero Jesús dijo que sin un sólido entendimiento del Antiguo Testamento, esto no sería totalmente posible. Jesús atribuyó el colapso de la fe que sufrieron los apóstoles después de su crucifixión, a su falta de atención cuidadosa al Antiguo Testamento:

"Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer [correctamente] todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían" (Lc. 24:25-27).

Nótese su énfasis referente a cómo el Antiguo Testamento completo hablaba de él. No era que los discípulos nunca hubieran leído o escuchado las palabras del Antiguo Testamento, sino que ellos no las habían entendido correctamente, y por lo tanto no podían verdaderamente creer en ellas. Así que para desarrollar una verdadera fe se necesita, más que una simple lectura, un correcto entendimiento de la palabra de Dios. Los judíos eran fanáticos para leer el Antiguo Testamento (Hch. 15:21), pero debido a que no entendían las referencias a los actos de Jesús y a su evangelio, en realidad no creían en lo que leían; por eso Jesús les dijo:

"Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mi, porque de mí escribió él. Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras" (Jn. 5:46,47).

A pesar de toda su lectura de la Biblia, ellos no veían el verdadero mensaje referente a Jesús, aunque les gustaba pensar que tenían asegurada la salvación. Jesús tuvo que decirles:

"Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece [tenéis confianza] que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí" (Jn. 5:39).

Lo mismo puede ocurrir con mucha gente que tiene un conocimiento general de algunos de los incidentes y enseñanzas del Antiguo Testamento: es sólo conocimiento que han adquirido por casualidad. Aún se les escapa el mensaje maravilloso de Cristo y el evangelio del reino de Dios. El propósito de este estudio es sacarlo a usted de esa posición demostrandole el verdadero significado de las principales promesas del Antiguo Testamento:

-En el huerto del Edén

-A Noé

-A Abraham

-A David

En los cinco primeros libros de la Biblia (Génesis a Deuteronomio), los cuales fueron escritos por Moisés, y en los profetas del Antiguo Testamento, se encuentra información acerca de tales promesas. Todos los elementos del evangelio Cristiano se encuentran aquí. Pablo explicó que en su predicación de este evangelio no decía "nada fuera de las cosas que los profetas y Moisés dijeron que había de suceder: Que el Cristo había de padecer, y ser el primero de la resurrección de los muertos, para anunciar luz al pueblo y a los gentiles" (Hch. 26:22,23).La esperanza de Pablo, ese cristiano por excelencia, debiera ser la esperanza que nos motive a nosotros también; fue la gloriosa luz al final del túnel de su vida; debiera serlo también para todo cristiano serio. Incentivados con esta motivación, podemos ahora "escudriñar la Escrituras".


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