Principios Básicos de la BIBLIA
ESTUDIO 5: EL REINO DE DIOS
Definiendo el reino | El reino aún no se ha establecido | El reino de Dios en el pasado | El reino de Dios en el futuro | El milenio | Digresiónes (La literalidad del Reino, Resumen de la historia de Israel) | Preguntas

5.5 EL MILENIO

En esta etapa de nuestro estudio de la vida en el reino, el lector cuidadoso estará probablemente preguntándose: ‘¿No parece un tanto humana esta descripción del reino de Dios?’ La gente en el reino estará aun teniendo hijos (Is. 65:23) e incluso muriendo (Is. 65:20). Estas personas aún tendrán controversias que Cristo resolverá (Is. 2:4), y aun necesitarán cultivar la tierra a fin de sobrevivir, aun cuando esto será mucho más fácil que en la actualidad. Todo esto parece muy diferente de las promesas de que los justos recibirán vida eterna y una naturaleza como la de Dios, siendo hechos semejantes a los ángeles, los cuales no se casan ni se reproducen (Lc. 20:35,36). La respuesta yace en el hecho de que la primera parte del reino de Dios durará 1000 años –un ‘Milenio’ (véase Ap. 20:2-7). Durante el Mileno habrá sobre la tierra dos grupos de gente:

1. Los santos –aquellos que, como nosotros, hayan seguido aceptablemente a Cristo en esta vida, a los cuales se les dará vida eterna en el tribunal. Nota: un ‘santo’ significa una persona ‘puesta aparte’, y se refiere a todo verdadero creyente.

2. Gente común y mortal que no conocía el evangelio al tiempo del regreso de Cristo –es decir, no eran responsables ante el tribunal.

Habiendo recibido la naturaleza de Dios en el tribunal, los santos ya no podrán morir ni producir hijos. Por lo tanto, la descripción de gente que experimenta estas cosas en el reino debe referirse al segundo grupo – aquellos que estén vivos al tiempo del regreso de Cristo, pero que no conocían los requerimientos de Dios. El galardón de los justos es llegar a ser "reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra" (Ap. 5:10). Los reyes tienen que reinar sobre personas; por lo tanto aquellos que desconocían el evangelio al tiempo de la segunda venida, quedarán vivos y sobre ellos se reinará. Estando "en Cristo", compartiremos su galardón –el cual significa ser el rey del mundo: "Al que venciere...yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con vara de hierro... como yo también la he recibido de mi Padre" (Ap. 2:26,27).

La parábola de las minas, declarada por Cristo, se entiende ahora perfectamente –los siervos fieles fueron premiados con diez o cinco ciudades para gobernarlas en el reino (Lc. 19:12-19). El conocimiento de los caminos de Dios no se difundirá inmediatamente que Cristo sea declarado rey en Jerusalén; la gente viajará a Jerusalén a fin de obtener más conocimiento acerca de Dios (Is. 2:2,3). Recuerde, también, como el monte de Daniel 2:35,44 (que representa al reino de Dios) se expande gradualmente sobre la tierra. Será deber de los santos difundir el conocimiento de Dios y, por lo tanto, su reino.

Cuando Israel fue el reino de Dios en el pasado, el deber de los sacerdotes era enseñar el conocimiento de Dios (Mal. 2:5-7). Para este propósito se les instalaba en diversas ciudades en todo Israel. En el más glorioso restablecimiento del reino, los santos asumirán la función de los sacerdotes (Ap. 5:10).

SI CRISTO VINIERA HOY:

1. Resucitarán los muertos responsables y, junto con los vivientes responsables, serán llevados al tribunal.

2. Los inicuos responsables serán castigados con la muerte, y a los justos se les dará vida eterna. También se aplicará juicio a las naciones que resistan a Cristo.

3. Entonces los justos reinarán sobre las personas que para aquel tiempo estén vivas, pero que no son responsables ante Dios; ellos les enseñarán el evangelio como "reyes y sacerdotes (Ap. 5:10).

4. Esto durará 1.000 años. Durante este tiempo todos los mortales oirán el evangelio y, por lo tanto, serán responsables ante Dios. Estas personas vivirán mucho más tiempo, y vidas más felices.

5. Al final del Milenio habrá una rebelión contra Cristo y los santos, la que será sofocada por Dios (Ap. 20:8,9).

6. Al final de los 1.000 años, todos los que hayan muerto durante ese tiempo resucitarán y serán juzgados (Ap. 20:5, 11-15).

7. Los inicuos que hayan entre ellos serán destruidos, y los justos se unirán a los santos poseyendo vida eterna.

Entonces se habrá completado el proposito de Dios para con la tierra. Estará llena de seres justos e inmortales. Nunca más se experimentará en la tierra el pecado y, por lo tanto, la muerte; en ese tiempo se cumplirá completamente la promesa de que la simiente de la serpiente sería destruída totalmente al ser herida en la cabeza (Gn. 3:15). Durante el Milenio, Cristo ha de reinar "hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. y el postrer enemigo que será detruído es la muerte...Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas [es decir, a Dios], para que Dios sea todo en todos" (1Co. 15:25-28).

Este es "el fin, cuando [Cristo] entregue el reino al Dios y Padre" (1 Co. 15:24). No se nos dice que seguirá a este período cuando "Dios sea todo en todos"; todo lo que sabemos es que tendremos vida eterna, la naturaleza de Dios, y que viviremos para glorificar y complacer a Dios. Es presunción incluso tratar de averiguar más acerca de cómo será la situación despues del Milenio.

Un entendimiento del "evangelio del reino de Dios" es vital para la salvación de cada lector de estas palabras. Le instamos a volver a leer este estudio y examinar los pasajes bíblicos citados.

Dios quiere que estemos en su reino. Todo su propósito fue diseñado para que tengamos una parte efectiva en Su tarea creadora, más bien que tan solo expresarla. El bautismo nos pone en contacto con las promesas referentes a este reino. Es difícil creer que por el bautismo, seguido de humilde obediencia a la palabra de Dios, podemos ganar la entrada a esa gloriosa era eterna. No obstante nuestra fe en el inmenso amor de Dios debe ser firme. Cualesquiera que sean nuestros breves problemas, sin duda no tenemos ninguna razón sensata para resistir el llamado del evangelio.

"Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?" (Ro. 8:31).

"Las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse" (Ro. 8:18).

"Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más exelente y eterno peso de gloria" (2 Co. 4:17).


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